jueves, noviembre 27, 2008

DESCUBRIMIENTOS: PUERTAS DE FUEGO de Steven Pressfield


La invasión persa de Grecia en el siglo V a.C. no se inicia con los mejores augurios: en el desfiladero de las Termópilas un puñado de espartanos tiene en jaque al rey hasta que sus poderosas tropas consiguen acabar con ellos. Pero Xeones sobrevive, y es capturado e interrogado por el historiador imperial, a quien le cuenta su vida. En su relato se entremezclan las vívidas descripciones de la vida en Esparta y el estremecimiento de las batallas con el trágico destino de Xeones, el misterio de sus amores, la grandeza de su entrega.


La novela histórica no es uno de los géneros que más haya leído, sin embargo Puertas de fuego se ha convertido en uno de mis libros favoritos, es una gran historia y sobre todo de grandes personajes (para mí el mayor logro del autor), tan bien caracterizados… Llegan a ser inolvidables algunos. Me ha gustado el hecho de que sean personajes que evolucionen. Al final de la historia llegas a comprender a algunos personajes. De esta historia me quedo con los personajes de Dienekes, Alexandros, Xeones y Aretes. El estilo del autor es descriptivo pero no se hace nada pesado, te introduce en la historia por completo. Por ejemplo cuando describe esa épica, como llegas a vivir esos pasajes de las batallas, la forma en que te llegan a emocionar… Es un libro lleno de grandes pasajes, de esos que se te quedan grabados. También me ha gustado el hecho de que se vea el punto de vista de los soldados, su vida, aparte de los altos cargos, la gente poderosa, que es lo que más solemos leer. El único inconveniente de la novela es un comienzo lento, pero una vez que avanzas hasta cierta parte, el libro despega y se hace muy ameno. Si se lee con predisposición el inicio, se puede disfrutar del resto del libro. Steven Pressfield será uno de los autores que tenga en cuenta para un futuro. Muy muy recomendable.


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“Cuando un hombre reúne las dos mitades de su etiqueta y ve que se funden en una, siente que parte de sí mismo, la parte que conoce el amor, la misericordia y la compasión, acuden de nuevo a él. Esto es lo que desata sus rodillas.”


“La guerra, no la paz, produce la virtud. La guerra, no la paz, purga el vicio. La guerra y la preparación para la guerra inspiran todo lo noble y honorable que hay en el hombre. Le une con sus hermanos y los ata a todos en el amor no egoísta, que erradica en la peor de las necesidades todo lo que es vil e innoble. En el sagrado molino de la muerte el más miserable de los hombres puede buscar y encontrar esa parte de sí mismo, oculta bajo la corrupción, que resplandece brillante y virtuosa, merecedora del honor ante los dioses. No desprecies la guerra, efebo, no imagines que la misericordia y la compasión son virtudes superiores a la andreia, el valor masculino.”


“Todo hombre quiere vivir. Eso ante todo: se aferra a la respiración. Sobrevivir. Sin embargo, incluso este instinto, el más primigenio, el de la autoconservación, incluso esta necesidad de la sangre compartida por todos los que están bajo el cielo, bestias al igual que hombres, incluso esto puede agotarse a causa de la fatiga y el exceso de horror. Penetra en el corazón una forma de valor que no es valor sino desesperación, y no desesperación sino exaltación. Aquel segundo día los hombres se superaron a sí mismos. Las hazañas que demostraban un valor sin par llovieron del cielo y los que las realizaron ni siquiera las recordaban.”


“Como cuando una tormenta desciende de las montañas y arroja desde el cielo sus piedras heladas sobre la cosecha recién brotada del agricultor, así cayeron las flechas de los persas, por miríadas, sobre espartanos y tespios. Ahora el agricultor se sitúa desazonado en el umbral de la puerta y oye el diluvio que cae sobre el tejado y observa el granizo rebotar ruidosamente entre las piedras del camino. ¿Qué les ocurre a los brotes de cebada primaveral? Sobreviven algunos como por milagro, que mantienen la cabeza alta. Pero el hombre sabe que esa clemencia no puede durar. Desvía la mirada, obediente a las leyes de Dios, mientras fuera bajo la tormenta, el rayo final quiebra el firmamento y cae, vencido por la irresistible embestida del cielo.”

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