domingo, enero 13, 2008

LOS PAZOS DE ULLOA de Emilia Pardo Bazán

El díptico narrativo formado por Los pazos de Ulloa y «La madre naturaleza» constituye, sin duda alguna, la obra más célebre de Emilia Pardo Bazán (1851-1921). Si bien la novela provocó un gran escándalo a su publicación, en 1886, debido a su adscripción al naturalismo, la crudeza de las situaciones y sus descripciones se aúnan en ella con una delicada sensibilidad para el paisaje y con una decidida voluntad de descubrir, mediante el artificio novelesco, las dimensiones ocultas de la condición humana.

Esta novela publicada entre 1886 y 1887 la considero una de las mejores historias de la literatura española que he leído hasta ahora. He quedado impactado tanto con el desarrollo de la novela como con el final. El estilo de Emilia Pardo Bazán es brillante, sublime. Un lenguaje rico con unas bellas recreaciones de la Galicia rural y también urbana. En este sentido la autora me ha recordado a Benito Pérez Galdós, es una maestra en la caracterización de los escenarios de la historia. Logra reflejar los contrastes del mundo rural y burgués. La decadencia de los Pazos, la hegemonía de los caciques, la tiranía de los altos cargos de la Iglesia… Por ello, fue una obra muy polémica en su época y recibió fuertes ataques. En la crítica social va a la línea de Galdós y Clarín (curioso, tres grandes escritores españoles que publicaron sus obras maestras casi simultáneamente). La fuerza narrativa no se pierde nunca. Me ha gustado también como dibuja a los personajes, de forma que todos son destacables. A pesar de ser una obra no muy extensa la autora consigue que cada uno de los personajes tenga gran complejidad. Personalmente me quedo con el personaje de Julián, una persona abnegada, altruista, es una excepción dentro del clero egoísta, un sacerdote atípico, que pone todos sus esfuerzos en enmendar los daños de los Ulloa, su esmero en intentar cambiar al entrañable Perucho, Julián refleja el sentimiento del amor en el ser humano (también recuerda aquí a Galdós que a pesar de su postura claramente anticlerical, en alguna de sus historias refleja sacerdotes entregados, que ayudan al prójimo) También recordaré a la sufrida Marcelina o Nucha. Una historia muy cruda con personajes muy marcados.
El desenlace da pie a la continuación de la novela La madre naturaleza, que pienso leer pronto, pues la autora usa una estratégica escena final que deja la intriga. Me ha bastado leer esta única novela para incluir a Pardo Bazán entre mis escritores favoritos. Personalmente se ha convertido en uno de mis libros imprescindibles. La recomienda encarecidamente, ya digo que en mi humilde opinión es una de las mejores novelas de la literatura española.
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"Por más que el jinete trataba de sofrenarlo agarrándose con todas sus fuerzas a la única rienda de cordel y susurrando palabritas calmantes y mansas, el peludo rocín seguía empeñándose en bajar la cuesta a un trote cochinero que descuadernaba los intestinos, cuando no a trancos desigualísimos de loco galope. Y era pendiente de veras aquel repecho del camino real de Santiago a Orense en términos que los viandantes, al pasarlo, sacudían la cabeza murmurando que tenía bastante más declive del no sé cuántos por ciento marcado por la ley, y que sin duda al llevar la carretera en semejante dirección, ya sabrían los ingenieros lo que se pescaban, y alguna quinta de personaje político, alguna influencia electoral de grueso calibre debía andar cerca. "
"Entre las representaciones de una especie de pesadilla angustiosa que agitaba a Perucho veía el muchacho un animalazo de desmesurado tamaño, bestión Indómito que se acercaba a él rugiendo, bramando y dispuesto a zampárselo de un bocado o a deshacerlo de una uñada... Se le erizó el cabello, le temblaron las carnes, y un sudor frío le empapó la sien... ¡ Qué monstruo tan espantoso! Ya se acercaba..., ya cierra con Perucho..., sus garras se hincan en las carnes del rapaz, su cuerpo descomunal le cae encima lo mismo que inmensa boca... El chiquillo abre los ojos... Sofocada y furiosa, vociferando, moliéndole a su sabor a pescozones y cachetes, arrancándole el rizado pelo y pateándolo, estaba el ama, más enorme, más brutal que nunca. No hay que omitir que Perucho se condujo como un héroe. Bajando la cabeza se atravesó en la entrada del hórreo, y por espacio de algunos minutos defendió su presa haciéndole muralla con el cuerpo. Pero el enorme volumen del ama pesó sobre él y le redujo a la inacción, comprimiéndole y paralizándole. Cuando el mísero chiquillo, medio ahogado, se sintió libre de aquella estatua de plomo que a poco más le convierte en oblea, miró hacia atrás... La niña había desaparecido. Perucho no olvidará nunca el desesperado llanto que derramó por más de media hora, revolcándose entre las espigas. "
"Un sacerdote puede hacer todas las cosas malas del mundo. Si tuviésemos privilegio para no pecar, estábamos bien; nos habíamos salvado en el momento mismo de la ordenación, que no era floja ganga. Cabalmente, la ordenación nos impone deberes más estrechos que a los demás cristianos, y es doblemente difícil que uno de nosotros sea bueno. Y para serlo del modo que requeriría el camino de perfección en que debemos entrar al ordenarnos de sacerdotes, se necesita, aparte de nuestros esfuerzos, que la gracia de Dios nos ayude. Ahí es nada. "
"Oyó risas, cuchicheos, jarana alegre, impropia del lugar y la ocasión. Tenía delante una pareja hechicera, iluminada por el sol que ya ascendía aproximándose a la mitad del cielo. Era el muchacho el más guapo adolescente que puede soñar la fantasía; y si de chiquitín se parecía al Amor antiguo, la prolongación de líneas que distingue a la pubertad de la infancia le daba ahora semejanza notable con los arcángeles y ángeles viajeros de los grabados bíblicos, que unen a la lindeza femenina y a los rizados bucles asomos de graciosa severidad varonil. En cuanto a la niña, espigadita para sus once años, hería el corazón de Julián por el sorprendente parecido con su pobre madre a la misma edad: idénticas largas trenzas negras, idéntico rostro pálido, pero más mate, más moreno, de óvalo más puro, de ojos más luminosos y mirada más firme."

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