lunes, diciembre 31, 2007

LA COSTA MÁS LEJANA de Ursula K.Le Guin



El joven Arren, príncipe de Enlad y heredero del trono de Morred, llega a la isla de Roke con malas noticias. No sólo no hay magia en el mundo: una inquieta desazón se ha extendido por los Confines. La gente no encuentra sentido a la vida. Los artesanos y el comercio están arruinándose, las leyes declinan, la esclavitud aumenta. Algo perturba el Equilibrio del mundo.Decidido a descubrir el mal que está causando el desequilibrio y amenazando a Terramar, Ged el Archimago se hace a la mar acompañado por el joven Arren y llegan eventualmente a la costa más lejana, la isla de Selidor, donde alguien ha abierto la puerta que lleva de la vida a la muerte. Sólo atravesando el reino de los muertos -descubre Arren-, escalando las Montañas del Dolor, encontrará el equilibrio, ayudará a restaurarlo, y será capaz de gobernar las vidas de otros hombres.




Tercera de las historias de Terramar. Publicado en 1972. Esta vez la autora consigue recuperar la fuerza narrativa de Un mago de Terramar, la magia queda aquí mejor reflejada que en el libro que le precede, se respira más fantasía. La forma en que describe la autora la travesía por el mar es sublime. Sublime también es la recreación que hace de los dragones, creando su propia mitología y magia (El Paso de los Dragones), la figura del dragón Orm Embar… En mi opinión es un libro igual de bueno, si no lo supera y a nivel de estilo y recreación es el mejor. Es un libro con muchas reflexiones y enseñanzas .Vemos el vínculo especial que se forja entre Gavilán y el príncipe Arren, el maestro y pupilo juntos en la lucha hasta el final. El desenlace hizo que admirara aun más el personaje que conocí en Un mago de Terramar: el entrañable Ged. Y es que precisamente lo que más me encanta de las sagas de fantasía es ver la evolución y maduración de los personajes. Un libro que recomiendo muy encarecidamente.




***

"Eso era lo que quería decir. Negar el pasado es negar el futuro. El hombre no construye su destino: lo acepta o lo niega. Si las raíces del serbal no son profundas, el árbol no tendrá corona. —Al oír esto, Arren alzó los ojos, sorprendido, porque su nombre verdadero, Lebannen, significaba serbal. Pero el Archimago no lo había nombrado—. Tus raíces son profundas —prosiguió—. Tienes fuerza, y necesitas espacio, espacio para crecer. Así pues, yo te ofrezco, en lugar de una travesía sin riesgos de regreso a Enlad, un viaje incierto hacia lo desconocido. No estás obligado a venir. La elección depende de ti. Pero yo te la ofrezco. Porque estoy cansado de vivir en sitios seguros, bajo techo, entre paredes."


"¡Los dragones! Los dragones son avariciosos, insaciables, traicioneros; criaturas sin piedad, sin remordimientos. Pero ¿son malvados? ¿Quién soy yo para juzgar los actos de los dragones?... Ellos son más sabios que los hombres. Pasa con ellos como con los sueños, Arren. Nosotros, los hombres, soñamos sueños, hacemos magia, obramos bien, obramos mal. Los dragones no sueñan. Son sueños. Ellos no hacen magia: la magia es la sustancia, el ser de los dragones. Ellos no actúan: son."


"Contempla esta tierra: mira alrededor de ti. Éste es tu reino, el reino de la vida. Ésta es tu inmortalidad. Observa las colinas, las colinas mortales. No son imperecederas. Las colinas con las hierbas vivas que crecen en ellas, y el agua que fluye por las vertientes. En el mundo entero, en todos los mundos, en toda la inmensidad del tiempo no hay otro río, otro arroyo que sea igual a uno de éstos, que surgen fríos de las entrañas de la tierra, donde no hay ojos que los vean, y que a través de la luz del sol y de las tinieblas corren hacia el mar. Profundas son las fuentes del ser, más profundas que la vida, que la muerte..."


"Cuando Miralejos se aproximó a las islas, Arren vio los dragones que se remontaban y volaban en círculos en el viento de la mañana, y el corazón le saltó en el pecho, hacia ellos, en un rapto de alegría, un júbilo triunfante, que era como un dolor. Toda la gloria de la mortalidad se reflejaba en ese vuelo, cuya belleza estaba hecha de la fuerza terrible, del delirio absoluto, y de la gracia de la razón. Porque aquéllas eran criaturas pensantes, capaces de hablar y de una antigua sabiduría: en las figuras de aquel vuelo había una armonía voluntaria y feroz. Arren no habló, pero pensó: No me importa lo que pueda ocurrir después; he visto los dragones en el viento de la mañana."


"Tenía una expresión serena y en sus ojos brillaba algo semejante a la risa de los ojos de Kalessin. Dando media vuelta, montó otra vez por la pata y la escápula del dragón, y se sentó en el arzón sin riendas, entre las grandes crestas de las alas, sobre la nuca del dragón. Las alas rojas se alzaron con un tamborileo, y Kalessin, el Patriarca, saltó hacia el aire. Un fuego le brotó de las fauces, y batió las alas con un ruido de trueno y viento huracanado. Voló otra vez alrededor de la colina, y se alejó volando, hacia el norte y el este, hacia la región de Terramar donde se alza la isla montañosa de Gont."

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